viernes, 4 de octubre de 2013

El beso

Se cree que vino de un sueño. Cuentan que cuando Klimt concibió la idea del cuadro, tuvo un pésimo día consecuencia de la noche de perros que había pasado.
Bertha supo que hoy su empleador tendría esa mirada; y esos huesos en la cara. Hoy habría más notitas.
Nunca supo qué decían. Solo que eran muchas, que él las escribía con ojos de lejos mientras pintaba, y que se las metía en los bolsillos.
Imposible descifrar su genio, pero puede que las notitas ayuden. Quizás, conociendo su estilo, su técnica, su personalidad y los avatares de sus días, se pueda trazar una especie de mapa mental y analizar la espléndida divagación; esa sinapsis exquisita.
Nada se perdía intentándolo.
Una vez, mientras pintaba El Beso, dejó olvidada una pequeña nota doblada sobre su silla de siempre. Algo inusual en él.
Por fin. El genio revelado.
Decía, más o menos:
-leche
-pan
-huevos
-dentista
-despedir a Bertha
-sal.


Diego Martín Píriz González

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