Por fin está
todo en calma, por fin la noche que esperaba ha llegado, por fin el caudal de
palabras brotará, pero hay un problema, aunque las condiciones son las
correctas las palabras no llegan, es como si algo evitara que estas salieran de
mí, no puedo creer, tanto que había esperado, tanto que hice para que ahora no
pase nada.
Será que me
falta inspiración, no lo creo, si fuera eso, ya no estaría aquí despierto, no,
debe ser el miedo a ser descubierto, que igual que cualquier otro miedo te
congela y detiene, pero también te indica que debes continuar y lograr tu cometido,
luchar y vencer, qué es lo que haré, dejaré este miedo y escribiré como si
nunca en mi vida lo volviera a hacer, ahora si surgen las palabras y bajo el
tic-tac del reloj de pared se va formando la primera página de una gran
historia.
El olor a
tinta me indica que estoy haciendo bien mi trabajo, de repente un ruido
procedente de la calle me deja frio, no es un fantasma, no es una persona, solo
es el ruido de un disparo en la calle.
Reviso mi
reloj y veo como el tiempo ha pasado, debo continuar pero otra vez el miedo me
detiene. Por qué miedo, por qué te ensañas conmigo esta noche, por qué no
buscas otro día o incluso a otra persona.
Veo la vela
que me ilumina y noto la gran diferencia que tiene como cuando la encendí, el
parar de escribir me hace notar el frio que hay en el ambiente, buscaré unos
calcetines para ponerme.
Ya de nuevo en
esta improvisada mesa, no siento el frio, pero noto que las palabras regresan a
mí y esta vez parece que no van a parar porque vienen acompañadas de mi sangre.
Duvan Andrey Sánchez Rodríguez
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