Adoras cuando se baña, verla restregarse mientras se
enjabona. Esperas a que te diga que laves su espalda, entonces te esmeras. A
veces intentas enjuagarle entre las nalgas, pero ella se aparta de ti con una
sonrisa. Te gustan el olor de sus pedos, escuchar cómo orina.
Hoy el vecino fue a visitarla e inmediatamente ella
puso a colar café. La odias cuando hace eso. El hombre mira a tu mami y ambos sonríen. Un dolor te retuerce las
tripas, corres y la abrazas. Mamá te da besos por toda la cara. Tu blúmer se
moja, empiezas a mordisquearle suavemente el brazo. Ella te da más besos.
Sigues mordiendo con ansias hasta que el peso de una mano te empuja bruscamente
contra la pared. El vecino se le acerca, diminutas gotas de sangre surgen de
las marcas dejadas por tus dientes. Él voltea la vista y la clava con rabia en
tu rostro. No fue mi culpa, respondes, sintiéndote acorralada, presa ante esas
manos que se te acercan, se apoderan de tu cabeza y la estrellan fríamente
contra la pared.
Ketty
Blanco
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